lunes, 15 de octubre de 2012

Ramses III


 Personaje

Faraón de la XXVI DinastíaRamsés III
Nacionalidad: Egipto

Faraón 1198 a.C. - 1166 a.C.
Ramsés III es el último de los grandes faraones de Egipto. Hijo de Sethnakht y casado con la reina Isis, continuó la brillante labor iniciada por su padre años antes, con el objetivo de poner fin a los momentos de anarquía recientemente vividos a la muerte de Ramsés-Siptah. Su papel como reorganizador de la administración será destacable, toda vez que la paz y el restablecimiento del culto ya se habían encaminado. Esta reforma viene determinada por la división administrativa en clases: funcionarios palaciegos, funcionarios provinciales, militares y trabajadores. La economía del país se recuperó rápidamente gracias a la masiva llegada de tributos procedentes de las provincias asiáticas y nubias. El comercio exterior entró en una etapa de plena vitalidad, llegando a tierras egipcias elegantes y caros productos que eran muy demandados por la sociedad, especialmente desde el país de Punt. Este desarrollo económico motivará la recuperación de la fiebre constructiva, levantándose nuevos templos, y enriqueciéndose los santuarios.
Una vez llevada a cabo esta labor reformadora, Ramsés III se marcó como objetivo alcanzar la preponderancia de Egipto en la política exterior de su tiempo. La complicada situación que se vivía en Asia exigía una contundente respuesta por parte egipcia. Los pueblos del mar habían acabado con el reino hitita, ocupando también Chipre y el país de Naharina. La provincia egipcia de Palestina recibía continuas amenazas de estos invasores que podían extenderse al mismo Egipto. La frontera libia también era peligrosa tras una reorganización de los pueblos nómadas que habitaban en esa zona. La zona del Delta había recibido una creciente inmigración atraída por una vida menos complicada.
Durante los primeros años de su reinado, Ramsés III tuvo que hacer frente a dos grupos de indoeuropeos que se dirigían hacia el Delta. El faraón y su ejército obtuvieron una contundente victoria, eliminando a la flota enemiga. Una vez suprimido este peligro, Ramsés se dirigió hacia Libia donde se había producido una revuelta, posiblemente motivada por la imposición egipcia de un príncipe educado en tierras del Nilo. Las tropas libias serán derrotadas, obteniendo el faraón una gran cantidad de prisioneros.
En el año octavo de reinado Ramsés se dirige hacia Asia para hacer frente a los pueblos del mar. Se produjo una batalla naval en la desembocadura del Nilo, siendo aniquilada la flota enemiga. El fortalecimiento de la frontera palestina fue suficiente para evitar la temible invasión de pueblos del mar, invasión de la que difícilmente se hubiera recuperado Egipto, corriendo la misma suerte que el Imperio Hitita. La retirada de los pueblos del mar animó a Ramsés a retomar la colonización asiática emprendida por sus antecesores. Siria es recuperada en parte, tomando cuatro ciudades fortificadas, llegando, posiblemente, hasta la región del Eufrates. Pero la alegría por la victoria durará bastante poco ya que algunos años después de estos hechos, las tierras de Canaán se perderán definitivamente.
La presión de los libios, deseosos de asentarse en territorio egipcio, provocará un nuevo conflicto en la frontera occidental. En el año 11 del reinado de Ramsés el ejército libio avanzó hacia Menfis. En las cercanías de la ciudad se produjo la batalla, obteniendo el faraón nuevamente la victoria. Los prisioneros fueron numerosos, convirtiéndose en esclavos de los templos.
Durante los últimos años de Ramsés III reina la paz y la prosperidad en el país. Sin embargo, esta tranquilidad se verá frustrada por los complots que se viven en el periodo final de la vida del faraón. Uno de sus visires intentó acabar con su vida en Athribis, consiguiendo Ramsés escapar sano y salvo. Una de las esposas del faraón intentará de nuevo el magnicidio al ver como su hijo, llamado Pentaur, era apartado de la línea de sucesión. A pesar de contar con el apoyo de dos altos funcionarios reales, el complot parece que fracasó. Poco tiempo después falleció Ramsés III, dejando el poderío de Egipto con una gran debilidad.

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