sábado, 7 de mayo de 2016

LOS MISTERIOS DE LAS PIRAMIDES DE GUIZA

Hay multitud de teorías sobre para qué se construyeron estos monumentos megalíticos y la funcionalidad que tenían. Desde teorías que cuentan que eran inmensas centrales eléctricas a otras teorías que simplemente cuentan que eran tumbas para los difuntos faraones. Desde el principio de los tiempos, un velo oculta el verdadero origen y la auténtica finalidad de las pirámides de Egipto, que, ajenas al paso del tiempo, excitan la imaginación de todo aquel que las contempla.
Se conocen cerca de 100 de tamaño y forma diferentes distribuidas a todo lo largo del Nilo. De todas, las más apasionantes son las de la meseta de Guiza de El Cairo, sobre las que destaca la de Keops, con sus 147 metros de altura y sus 2.500.000 de bloques de piedra de varias toneladas. Según la versión oficial, son tumbas faraónicas, pero nunca se han encontrado resto mortal alguno dentro de una de ellas. ¿Para qué servían y cómo fueron erigidas?
Joseph Davidovits, catedrático y director del instituto de Ciencias Aplicadas de la Universidad de Barry (Florida), profesor de la Universidad de Toronto y colaborador del Instituto Geopolimérico de París, defendió una teoría en la que apuntó el supuesto conocimiento alquímico de los sacerdotes egipcios para fabricar “piedra artificial”.
Esta hipótesis no sólo daría solución al cincelado de las piedras duras, sino que también resolvería por fin el problema del traslado de grandes bloques de piedra.
Según él, para la construcción de las pirámides sólo era necesario ir mezclando al pie de la obra los ingredientes necesarios, colocar la pasta de mezcla en un molde, dejar secar y depositar en la ubicación deseada.
Sin embargo, en la teoría de Davidovits hay detalles que desde un principio no cuadran. En primer lugar, no se conserva ni un referente arqueológico o cualquier otra referencia indirecta que permita siquiera sospechar que los egipcios ablandaban o fabricaban piedras.
Tampoco se ha descubierto ninguno de los moldes que supuestamente se debieron emplear para ello.
El estudio químico de las piedras ha demostrado que se trata de piedra totalmente natural, que no ha sufrido ninguna clase de proceso químico.
Como ésta, otras muchas teorías se han venido abajo de un solo plumazo, ya que todavía no se ha resuelto el gran enigma de cómo fueron construidas realmente.
Hay que aclarar que es prácticamente imposible cincelar y colocar esas enormes rocas sin dejar fisura alguna entre una y otra y con tal perfección, recordando que los antiguos egipcios únicamente disponían de cuerdas, poleas y herramientas de cobre.
Cada vez parecen menos disparatadas las atrevidas interpretaciones que sugieren la relación con otras civilizaciones, provenientes incluso hasta de otros mundos.
Los matemáticos del siglo XVIII ya se maravillaron, por ejemplo, de que las rigurosas proporciones de la Gran Pirámide de Keops incorporaran (miles de años antes de Pitágoras) los elementos de la geometría pitagórica.
El astrónomo escocés Charles Piazzi Smith, de la segunda mitad del siglo XIX, demostró que los constructores de la Gran Pirámide ya conocían el número pi (3,1415), que expresa la relación entre la circunferencia y su diámetro.
Por otra parte, tenemos el factor esotérico de las pirámides. Su estructura interior, presenta diversas variaciones, pero generalmente casi todas ellas tenían tres cámaras, a las que se accedía a través de angostos corredores. A partir de esta circunstancia, algunos estudiosos de los fenómenos esotéricos han querido identificar estas tres cámaras con los tres puntos vitales del hombre: el corazón, el cerebro y los órganos sexuales reproductores.
También se sostiene que se trata de estaciones geodésicas, destinadas a recoger la energía del Universo. Para algunos, cada cámara tiene su energía particular e influye de diferente forma sobre las personas.
En la cámara del Rey en Keops, dicen los defensores de esta teoría, casi puede verse el flujo de energía que entra por su parte superior central.
Incluso se ha llegado a decir que son plataformas de aterrizajes de antiguos astronautas. Una teoría nada desdeñable.
Sin embargo, la explicación más difundida ha sido y sigue siendo todavía la de que esas monumentales edificaciones no fueron más que tumbas reales, moradas eternas para los dioses vivientes del Antiguo Egipto. Pero ¿para su cuerpo o para su espíritu?
En los textos de las pirámides, grabados durante el Imperio Antiguo, existe una plegaria destinada al rey y su pirámide:
Oh, Atum*, pon tus brazos alrededor de este gran rey, alrededor de esta construcción y de esta pirámide como los brazos del símbolo del ka*, para que la esencia del rey pueda estar en ella, perdurando para siempre. Oh, Gran Enéada que estás en Heliópolis, haz que el nombre del rey perdure, haz que esta pirámide del rey y esta construcción suya perduren para siempre, como perdura el nombre de Atum que preside sobre la Gran Enéada.
*Atum: Dios creador “El que existe por sí mismo”, era un dios solar en la mitología egipcia.
*ka: parte de la omnisciencia divina del faraón.
Este texto podría estar indicándonos la verdadera función de la pirámide: contener la “esencia” del rey para toda la eternidad. Según el mismo texto, el rey resucitará y ascenderá al cielo para vivir eternamente entre los dioses, transfigurado en una estrella.
Algunos sabios de mente abierta, están estudiando las características físicas y geométricas de las pirámides en general, seguros de que ocultan grandes cosas.
Muchos de ellos están convencidos de que, por su forma terminada en punta, las pirámides acumulan la energía cósmica, las vibraciones magnéticas y las ondas energéticas “desconocidas”.
Es decir, que las pirámides actúan como condensadores, como cristales polarizados de aumento de ciertas manifestaciones de la energía.
Para ellos aceleran la velocidad y la intensidad de las ondas terúlicas procedentes de capas freáticas sobre las cuales levantaron los antiguos estas construcciones, creando en su interior un vacío biológico que es capaz de provocar cambios en la materia orgánica.

EL HALLAZGO DE ANTONIO BOVIS
Y esta hipótesis cobra mucha fuerza gracias a los estudios realizado por un francés llamado Antonio Bovis, estudios realizados a comienzos del pasado siglo.
Bovis se recorrió la Gran Pirámide de un extremo a otro, se internó por sus corredores, anduvo por la Gran Galería y llegó finalmente a la Cámara del Rey. Y entonces se encontró con algo que lo dejó intrigado.
En el suelo de piedra de la cámara estaban tirados sin vida de ratas, insectos y algún gato que sin duda entró por error donde no debía y murió de pánico y de hambre, al no encontrar la salida.
Pero lo más extraordinario del hallazgo era que todos los animales estaban completa y absolutamente deshidratados, convertidos en auténticas momias.
¿Era el aire seco del desierto, que con gran dificultad alcanzaba el interior de la pirámide, el culpable del curioso fenómeno? ¿O se debía a una desconocida propiedad de construcción que sería bueno investigar?
Bovis regresó a su casa y fabricó un modelo de madera a escala de la Gran Pirámide y lo orientó con el eje magnético del planeta, como había leído que se encuentra la construcción egipcia.
A continuación, fue en busca de un voluntario para realizar la prueba. La mala suerte se cebó con un gato que para desgracia de él pasaba por allí y fue sacrificado en aras de la ciencia e introducido en el interior de la pirámide casera, sobre una pequeña plataforma situada a dos tercios de la punta superior. Y se dispuso a esperar.
Sucedió entonces algo que parecía desafiar a las leyes biológicas, a las leyes físicas y hasta a las del sentido común: a pesar de que Bovis vivía en una población húmeda y fría, tan diferente de la atmósfera seca del desierto egipcio, el gato se convirtió en días en una momia perfecta. Para él quedaba claro que la pirámide a escala funcionaba.
Envió el científico aficionado un informe a los periódicos y a la Academia de Ciencias de París contando lo sucedido. Pero los científicos y los periodistas tildaron a Bovis de loco y estúpido y le aconsejaron dejar estas cosas a quienes sí sabían de ellas. Así que él, que no deseaba enojarse, tiró la pirámide de juguete a la basura y decidió olvidarse del asunto. Y el asunto quedó durmiendo el sueño de los justos hasta 1949.
En ese año, Karol Dbral quiso repetir la curiosa experiencia. A él no le importaba el qué dirán si, a cambio, lograba divertirse con el aparato.
Pero no se limitó a introducir animalitos muertos en su modelo. Repitió el experimento con hojas de plantas, huevos frescos, pedazos de carne y fruta. Y también, quién sabe por qué, con hojas de afeitar usadas.
Obtuvo resultados increíbles. Que se momificasen los animales muertos era algo que él ya había esperado, pero ¿cómo era posible explicar lo que sucedió con las cuchillas de afeitar que volvieron a estar afiladas?
Drbal elaboró una tesis de que en el interior de la estructura piramidal se produce un peculiar efecto de resonancia energética que actúa sobre la materia inorgánica y orgánica, produciendo la deshidratación profunda del objeto expuesto. Una flor cortada, por ejemplo, se seca mucho antes cuando se mantiene en el interior de una pirámide. También parecía quedar demostrado que los animales muertos de secan, pero no se pudren. Y que las cuchillas de afeitar mantienen su filo si se guardan en un estuche piramidal.

ALINEADAS CON LAS ESTRELLAS
En 1989, el ingeniero Robert Bauval dio a conocer su teoría de la correlación de Orión, ampliada posteriormente con su libro El Misterio de Orión.
Su enunciado puede resumirse en que las tres grandes pirámides de Guiza reproducen la disposición de las tres estrellas centrales de la constelación de Orión: Zeta, Épsilon y Delta Orionis.
Bauval afirma que tal esquema se repite con las pirámides de Diodefru, Zahaw el Arani y Seneferu, que corresponden con otros puntos de la constelación de Orión, constituyéndose ésta en una verdadera puerta de acceso estelar.
Por otro lado, en la Gran Pirámide, los canales norte y sur de la Cámara de la Reina apuntan a la Osa Menor y Sirio, mientras que los de la Cámara del Rey apuntan a Zeta Orionis y la constelación del Dragón.
Con todo, lo más enigmático del misterio de Orión es: ¿qué civilización de hace 12.000 años era capaz de diseñar, estructurar y construir este tipo de monumentos en el Valle del Nilo y con qué finalidad?
En este sentido, Bauval es claro: en aquella época no había nadie que pudiera desarrollar este plan maestro.
El interrogante para él (y para todos nosotros) está en por qué los egipcios del 2500 a.C. quisieron representar el cielo del 10500 en la meseta de Guiza. ¿Por qué representaron el cielo en la tierra los antiguos egipcios y con esa exactitud? Pero, sobre todo, ¿por qué la estrellas de Orión y no otras? ¿Qué tienen éstas de particular? ¿Cómo es posible, si nosotros sólo acabamos de saber de ellas? ¿Cómo lo averiguaron ellos? O, ¿quién se lo dijo?
Para el investigador y escritor Eric Von Däniken, los antiguos egipcios fueron ayudados por inteligencias no humanas hace entre 10.000 y 40.000 años. Además el escritor aclara:
En todas las culturas se hace mención a dioses alados que descienden, se mezclan con los humanos y transmiten enseñanzas

JEROGLÍFICOS FUTURISTAS
En el monumento dedicado a Osiris y en más variedad de jeroglíficos se puede apreciar aviones de tecnología muy avanzada, submarinos, helicópteros e incluso OVNIS.
El ufólogo Richard Hoagland ha encontrado evidencias en jeroglíficos del antiguo Egipto de que fuimos visitados por seres de otro planeta o por civilizaciones de una tecnología muy avanzada a su tiempo.
Las pruebas consistían en jeroglíficos descubiertos tallados en el templos de Seti y el monumento aOsiris situado a cientos de kilómetros al sur de El Cairo y que cuenta con más de 3000 años de antigüedad.
Seti, hijo de Ramsés I, pertenecía a la élite militar, era considerado el Dios de las armas.
El descubrimiento fue verificado en noviembre de 1998 por la cadena de televisión Fox. ¿Cómo los egipcios tuvieron esta clase de información sobre tan avanzada tecnología y con qué fin?
Sin duda la cantidad de misterios y enigmas que envuelven a las Pirámides son casi incontables y van en aumento.
A día de hoy no hay una conclusión a ninguno de estos misterios y ni los egiptólogos consiguen ponerse de acuerdo mientras que la historia oficial acerca de las Pirámides y del antiguo Egipto no hace más que contradecirse.
¿Quién construyó las pirámides? ¿Con qué fin? ¿Cómo hicieron para levantar semejantes monumentos megalíticos con tan escasas y casi prehistóricas herramientas? ¿Tuvieron ayuda de maquinaria de una civilización más avanzada?…
Lo que está claro es que estas majestuosas construcciones siguen ahí. Viendo pasar investigadores y egiptólogos, esbozando una sonrisa, riéndose de nosotros con el paso del tiempo.

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