miércoles, 1 de junio de 2016

Keops es el nombre helenizado del primer faraón de la cuarta dinastía, cuyo nombre fue el de Kefu, y que “solía perderse entre las nubes como sumergirse bajo el mar en objetos que zumban”.

Los 4 lados de la gran pirámide de Keops están orientados hacia los cuatro puntos cardinales con una precisión incomprensible. En la zona hay 151 pirámides pequeñas e insignificantes, pero este centenar y medio de enanas edificaciones sí fueron obras ejecutadas por humanos, tan simple como eso. La grandiosa pirámide es la solución en piedra de la cuadratura del círculo.

Si se analiza desde un punto de vista funerario, la gran pirámide es un verdadero elefante blanco. Si se le mira bajo puntos de vista astronómicos resulta ser un avanzado observatorio de alcances sobrehumanos. Un antiguo papiro egipcio, de más de 30 siglos de antigüedad, esgrime una idea perturbadora: “las piedras voladoras como saetas”. Para los egiptólogos se trata del utensilio de la onda, simple y puramente. Para los que defienden el origen extraterrestre de la pirámide, se trata de telequinesia o el movimiento de objetos con el poder de la mente.

Mirando la bóveda celeste desde la entrada principal, incluso durante la mañana se crea una valiosa sombra que amortigua la luz del sol permitiendo ver las estrellas en pleno día. El peso físico de la pirámide de Keops sólo es comparable al gran peso matemático y astronómico que ella ha sabido esconder celosamente durante muchos milenios.

El lado sur de la pirámide es más largo que su lado norte por 20 centímetros, pero eso se debe al efecto de los rayos del Sol, más fuertes por la parte sur, lo que ha dilatado las piedras. La base de la pirámide está formada por un cuadrado matemático perfecto. Esta obra monumental nos seduce tanto que sencillamente parece sobrahumana, saque usted sus conclusiones.

Muy a menudo, el ser humano se pregunta por la existencia de posibles criaturas que teniendo sus mismas curiosidades e inquietudes, hayan logrado contactar con el planeta en que habitamos.
No obstante, la ciencia y el raciocinio en el que nos basamos actualmente, es capaz de afirmar la imposibilidad de que tales criaturas “pues su existencia nunca puede ser refutada por medios científicos” haya podido llegar hasta nuestro mundo, partiendo de la base que supone la física clásica.

Pero pese a estas afirmaciones racionales, los últimos conflictos entre la física cuántica y la física newtoniana, dejan huecos demasiado inquietantes como para darnos una respuesta definitiva acerca de tan misteriosos visitantes. La única respuesta posible que se podría hacer sobre estos visitantes es “nuestra ciencia imposibilita su llegada a nuestro planeta, pero tal vez la ciencia extraterrestre tenga algo más que decir al respecto”

De alguna forma, no sólo el hombre contemporáneo se ha planteado la posibilidad de criaturas inteligentes que habitan en otros planetas ajenos a nuestro sistema solar. Tal vez porque realmente hayan estado aquí, o tal vez porque la imaginación tenga un vínculo común entre todas las culturas, los extraterrestres realmente siempre han estado vivos en la mente de todos los hombres que han caminado sobre nuestro mundo.
Para el estudioso Richard Mooney, es mera casualidad la existencia de pirámides en la misma región en que vivió y floreció la civilización egipcia. Además, esos maravillosos monumentos de piedra habrían sido orientados por un conocimiento que no conseguimos aquilatar, sirviendo para fines igualmente desconocidos.

En el Antiguo Egipto, los escribas tenían la función de registrar el día del faraón y de la corte, las batallas ganadas y perdidas, así como los impuestos pagos por los pueblos que vivían bajo el dominio egipcio.

Lo que usted va a leer ahora fue encontrado en los “Anales” del faraón Thutmés 3º (Nuevo Imperio, 18a dinastía 1580-1320), y fue extraído de un papiro que está archivado en la sección egipcia del museo del Vaticano. En 1953, el príncipe Boris de Rachewitz consiguió traducir algunos de sus trechos, mas luego las autoridades del Vaticano recuperaron el papiro, llegando a insinuar que él no existía.

La gran verdad es que nosotros, los avanzadísimos hombres del tercer milenio, sabemos muy poco sobre los faraones y el Antiguo Egipto. La Gran Pirámide de Keops, principalmente, continúa hasta hoy siendo un enigma profundo y fundamental en la historia del hombre. Sabemos que ella concentra una cantidad enorme de energía y conocemos algunos de los números que pueden ser extraídos de sus dimensiones geométricas. El resto es misterio. Algunos dicen que ella sería un acumulador de energía cósmica, otros que sería un abrigo contra el Diluvio. El estudioso de profecías Plínio Rollim de Moura habla de la posibilidad de que ella puede haber sido la prisión de un ser muy poderoso (ver el artículo “Reinterpretando la Biblia”).
Los egiptólogos estiman que su construcción habría sido realizada en el 2900 a.C., mas el historiador árabe al-Masudi afirma que la Gran Pirámide habría sido construida hasta “300 años antes del Diluvio”.

Otro historiador de origen árabe afirma que ella fue construida en el 71000 a.C. La fuente normalmente consultada para la historia de la Gran Pirámide es un relato del historiador griego Heródoto, datado del siglo V a.C. Pero los especialistas consideran que este relato es muy cercano a la realidad.

“No hay razón para suponer que las pirámides fueron construidas para simplemente abrigar muertos, o tuviesen conexión con cualquier forma de religión (afirma el investigador Richard Mooney, autor del libro Colony: Earth). Es mera coincidencia el hecho que las pirámides y las ruinas de la antigua civilización egipcia ocuparan la misma área. Las pirámides no tienen una relación definida con la antigua civilización egipcia. Ellas no son, de hecho, típicamente egipcias. Ellas fueron construidas en un período particular de tiempo, con un propósito específico.”

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